viernes, 15 de enero de 2010

Y mientras....

Algo nos está pasando, algo ha pasado.

Y mientras leen esto, hay gente muriendo. Mientras tanto, a cada palabra que repiten, cada letra que pronuncian, cada vez que respiran.... los hay que ya no.

Y mientras en occidente gozamos del valor de la vida, el don de la palabra y el premio de que estas, no caigan en el olvido... una madre busca a su hijo, grita su nombre, pide ayuda... y nadie responde.

Y mientras enciendo la televisión, juego mi partidita a la Xbox y me voy de copas con los amigos... el mundo sigue siendo un estercolero lleno de desigualdades y la naturaleza ruge, para que despertemos.

Y mientras la prensa no deja de llegar, los fotógrafos horrorizados documentan la tragedia y en los informativos nos bombardean con gente aplastada, desmembrada y mucho, mucho dolor... La ayuda se retrasa ahogada en burocracia y tasas de aviación… y nosotros, simplemente, cambiamos de canal, a uno con menos dosis de realidad, uno que nos cuente cosas más importantes, que interesan… uno de prensa rosa.

Y mientras, un pobre inmigrante nos pide dinero en un semáforo. Mientras aparca su dignidad para dar de comer a su familia... mientras todo eso ocurre, cerramos los seguros del coche y miramos para otro lado, como huyendo de esa dolorosa súplica que son sus ojos, cambiando el dial de la radio, atontando nuestras conciencias.

Y mientras que, en los bares, en los restaurantes, los garitos de marcha y las clases en la universidad, comentamos lo terrible de un terremoto a miles de kilómetros de distancia... los hay que hacen el petate y se van a salvar vidas, porque todas tienen el mismo valor.

Y mientras unos y otros nos preguntamos qué podemos hacer... respondiendo, rápidamente "poca cosa, no se puede hacer nada"... hay quien levanta el teléfono, quien lo deja todo por ayudar, quien considera que se puede vivir en un mundo más humano.

Y mientras tanto, mientras todo este cúmulo de circunstancias, nimias para el devenir de la historia, sucede... más y más gente muere cada segundo. Pero qué son cien mil vidas sino un número incontable de desconocidos, de muertos de hambre… No son banqueros, ni economistas. Tampoco son mi vecino, un futbolista famoso o turistas... ¿Acaso vale más la vida de dos occidentales que cien mil Haitianos?… es terrorífica la respuesta.

Es apabullante, piénsenlo; por cada segundo, un muerto, una vida. Un padre, como cualquiera de ustedes, que no encuentra a su pequeño. Un joven enamorado, que tenía al amor de su vida y la ha perdido. Una niña aplastada, que aguanta confiando en que la rescaten y llama a su madre, apenas a 50 cm y 10 toneladas de ella.

Y mientras nos quejamos de la gasolina, la luz, el parking o lo mala que fue la película del sábado... otro mundo es posible. Cada gota de humanidad suma, cada pequeño gesto cambia las cosas, cada vez que pensamos en un desconocido, el mundo es un poco mejor.

Y mientras otros cambian de canal, les suplico que no lo hagan ustedes. Asumamos en su totalidad el planeta en que vivimos y colaboremos, como sea, para que la vida tenga el mismo valor seas del lugar que seas. Si tienen fe, recen. Si tienen dinero, donen. Si tienen iniciativa, actúen, y si tienen esperanza en un mundo más humano... no la pierdan, repartan toda la que puedan.

Cruz Roja Española

Cruz roja Internacional

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Sean felices.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y mientras leia tus palabras,que ratifico al cien por cien, en el lateral de mi enorme monitor sonreían mis nietos abrazados a Concha. Se me escaparon unas lagrimas que no quise contener y sentí verguenza de pertenecer a esta parte del mundo que explota y esclaviza. Enviar unos euros y llenarme de rabia por no saber hacer un mundo mejor, es lo poco que he podido hacer.
Siempre valoré lo pequeño, pero estos dìas mas que nunca relativicemos y que sepamos encontrar en nuestro entorno el cielo que disfrutamos. jose