miércoles, 31 de diciembre de 2008

Reset

Ultimo día del año y todos echamos la vista atrás. Como aquél que llega a una loma, y tras horas de andar por los campos Jerezanos para un segundo para respirar, con mucha más intensidad que antes, esa última bocanada de aire antes de regresar a casa. Desde la cima de esa colina miramos el camino andado que serpentea entre interminables campos de olivos y alguna que otra encina. Recordamos entonces los esfuerzos y sacrificios que el camino se ha cobrado, pero también las alegrías y satisfacciones que nuestra andadura por este 2008 nos ha traído.

A eso se le llama hacer balance. Finalizar un periodo y ponderar lo bueno y lo malo para sacar una conclusión. ¿Ha sido este un año bueno o malo?... ¿Debo intentar olvidarlo o aprovechar cada minuto que le queda?

Realmente el periodo que comprende entre el Uno de Enero y el treinta y uno de Diciembre no es sino un una marca en el camino, un mojón, que nos indica un espacio en alguna de las cuatro dimensiones. ¿Qué sentido tiene marcar un comienzo y un final, una línea de salida y una de meta?.... probablemente no tenga mucho sentido a niveles prácticos, pero siendo como somos necesitamos mantener la idea de que mañana las cosas vuelven a empezar. El pasado queda atrás y las ostias de la vida también. Mañana es día uno, y puedo volver a empezar. He llegado a la meta, estoy vivo y mañana comienza otra etapa en la que las cosas pueden ir mejor.

¿Y por qué no hacemos eso al irnos a la cama el día 13 de Julio? Podríamos pensar que el día 14 comienza una nueva etapa, que a partir de ese día todo cambia, el 14 de Julio es el comienzo de una nueva etapa y antes de eso ya es pasado, no cuenta. Pero nos gusta el 31 de Diciembre, porque es el final para todos supongo, porque tu hermano, tu madre, tus amigos y esos chavales que cruzan la calle piensan igual, es un nuevo comienzo. Reiniciamos como un ordenador nuestra vida y como en la informática, todo el mundo sabe que el mejor arreglo es apagar y volver a encender.

Hoy es el último día del año y toca escribir en un papel lo malo que queda atrás y en otro, lo bueno que esperamos del nuevo año. Luego hay que quemar lo malo, antes de que den las doce, pisar con el pie derecho y tomarse las doce uvas mientras suenan las campanadas de un reloj. Cuando el año muere y nace el primer segundo del nuevo periodo todo es diferente. Hay que brindar con un poco de cava que tenga dentro algo de oro, porque así tendremos dinero en el nuevo año, mirar a los ojos de tus compañeros de brindis para no tener siete años de mal sexo y quemar la lista de los buenos deseos para que el nuevo año se porte bien y nos los conceda todos. Me he olvidado del color de la ropa interior que llevamos, muy importante también aunque nunca sabría explicar por qué.

Hoy es el último día del año y pienso si igual es necesario todo eso. El año no es bueno o malo por tomar doce uvas, ni por el pie, la lista, el oro o la ropa interior roja. Hacemos nuestro propio destino cada día, cada segundo del nuevo día que no difiere en nada del anterior. Igual que ayer tendré que despertarme y tratar de disfrutar la vida, cumplir mis sueños, querer y ser querido, superar los baches sólo o en compañía, pero la vida sigue y doce uvas no van a hacer nada de eso por ti.

Disfruta, bebe, come y ríe esta noche. Brinda, escribe listas y tómate las uvas, pero piensa que cualquier día es bueno para hacer balance y cualquier segundo es bueno para decir: “A partir de ahora, será diferente”



2 comentarios:

aguiwaka dijo...

Es curioso. Yo creo q normalmente solo hacemos un reste, solo miramos atrás, cuando nos chocamos con algo, cuando entramos en crisis.

Si estamos bien, nos sentimos optimistas y lo único que miramos es nuestro objetivo... pero cuando recibimos una patada de la vida, de pronto nos damos cuenta del terrible dolor de tripas, de las heridas, de nuestro cuerpo dolorido... y es cuando miramos al rededor buscando ayuda (antes no la necesitábamos!!! estábamos bien) y vemos quién está cerca y quien no...
El reset de final de año es un pacto mundial donde todos hemos decidido pararnos en nuestros caminos de happy-felicidad para dejar por un momento de mirar nustro objetivo y ver que hay alrededor nuestro, y qué hacemos bien y qué mal.

Quizas lo que pasa es que deberíamos cambiar esas 12 uvas por 7, como los pecados capitales... y entonces no nos tomaríamos una uva por mes, si no que nos tendríamos que tragar cada uno de nuestros pecados para que nos ardieran en el estómago esa noche y pudiéramos sentir durante unos segundos lo que los demás sienten cuando están caídos y les arden las tripas...

No son uvas de felicidad. Es una bofetada de atención de la vida... y seguimos sin darnos cuenta.

Veinte dijo...

Me ha gustado tu comenterio mucho Javi. No es que esté al ciento por ciento de acuerdo pero me encanta la idea de una uva por cada pecado. Te recuerdo que el 21 de Febrero hay cena de fin de año en Murcia. Ya trabajaremos el dónde, pero espero que en mi pisito nuevo. Cuento contigo y con tu buen hacer. Besotes