domingo, 1 de noviembre de 2009

El perro que no ladraba.

Estaban un Político Honrado y un Mercenario Pacifista, charlando sobre el mundo en que vivimos cuando, pasaba por ahí un Cura célibe que les pidió la hora.

- Son las doce y media – dijo el Político Honrado

- Perfecto, porque creía que llegaba tarde a mi cita con la Señora prostituta!

- Descuide entonces, va usted bien de tiempo. La señora prostituta no comienza su trabajo hasta las tres de la tarde, y generalmente tiene poco.

(nota del narrador) Eso es, porque era una prostituta virgen

Se despidió pues el Cura célibe del Sr. Político Honrado y el Sr. Mercenario Pacifista, y continuó con su paseo dirección a la casa de la Prostituta Virgen cuando al cruzar la calle…

PLAFF!!!

... a puntito puntito estuvo de atropellarle un Adolescente Educado que corría detrás de un perro que no ladraba.

Superado el susto, y tras pedirle amablemente disculpas el Adolescente Educado al Cura célibe, nuestro protagonista siguió su camino en dirección a la casa de la Puta Virgen.

Al llegar al número 13 de la Calle sin treces, el señor cura subió andando los trece escalones que llevaban al piso número trece en donde tenía su negocio la señora puta.

Llamó a la puerta trece veces y como no contestaban, llamó una más.

La puerta se abrió y muy amablemente le recibió un enano que media casi dos metros.

- Buenas tardes Padre, qué desea? – le dijo el Enano Alto.

- Venía a confesar a la señora puta.

- Ah, pase pues y espere en la salita a que le atiendan. Hay 13 personas delante de usted, pero como es virgen, no creo que le toque mucho esperar.

- Esperaré leyendo un periódico que diga la verdad – contestó el cura.

No había pasado una hora cuando a los trece minutos le llamaron para que pasase. El cura, recorrió un corto pasillo y entró en un gran dormitorio. Una gran cama coronaba el centro de la estancia. Un pequeño pero apañado lavabo en una esquina era lo único que desentonaba de entre tanta seda, cortinas de raso, sillas rococó y lámparas de araña.

- Perdone que llegue tarde señora, me he entretenido charlando con un joven y un político y, además, el pasillo es muy largo para lo corto que resulta.

- No se preocupe padre, por usted no me importa esperar.

- La confieso ya entonces? – preguntó el cura

La señora puta asintió con las manos, así que el señor cura se colocó bien su alzacuello, se puso una bufanda de cuadros escoceses y sacó un rosario del bolsillo.

Después del ritual de arranque de cualquier confesión la señora puta se santiguó y confesó su pecados. No tenía ninguno porque ejercía su profesión de Puta Virgen con mucha honradez, así que la confesión tardó un rato, pero al terminar tanto el cura como la señora puta se sintieron muy bien.

Tan bien se sintieron que la puta miró al cura. El cura miró a la puta. Ambos se miraron y pensaron lo mismo…. tener relaciones sexuales el uno con el otro!!!

….No tardaron ni un minuto de los de 15 segundos en decidir que era una mala idea. A los dos le gustaba mucho su nombre y hay que hacer mucha cola, para cambiar el DNI!!

Se despidieron y ambos siguieron con sus civilizadas existencias para vivir felices en un mundo perfecto y comer perdices en un mundo sin hambre.

2 comentarios:

aguiwaka dijo...

Y el lector ciego levanto la vista del cuento tras ver la luz. Lloro sin lagrimas por que no tenía corazón. Sacó sus ojos del bolsillo izquierdo de su chaqueta y escribió con sus dientes con la sangre de sus encías. Y pensó:

"Es malo que esté loco, porque sin corazón no pongo sentimiento a mi locura racional. Tendré que empeñar mi cerebro para recuperar mi alma del diablo y poder encontrar mi corazón".

Y sus ojos en su mano se giraron y se miraron entre si como diciendo:

"¿Qué dices, ciego loco descerebrado sin corazón? ¿Es que no te das cuenta que todo lo que ves está en tus manos? ¡Menos mal que ésto solo es un cuento!".

Y los ojos se cerraron y se apagó la luz.

PD: Sigue contando cuentos.

Veinte dijo...

Ya creia que esta semana no habría comentarios....

Está claro, si no escribo algo densito y pedante no aportáis nada.

Menos mal Javito que tú no me fallas y desde la celda de al lado me dedicas unas líneas.

Buena mudanza amigo prisionero.